Todos aquellos que os hayáis planteado alguna vez saltar en paracaídas os habréis preguntado qué se siente al hacerlo.
Para alguien que nunca haya probado esta experiencia puede ser muy difícil imaginar como es. Si bien es cierto que cada uno lo vive a su manera y que la mejor forma de saber qué se siente al saltar en paracaídas es saltando, os podemos ayudar a imaginar todo lo que se os pasará por la cabeza en un momento tan único.
Posiblemente lo primero que pensaréis al llegar al aeródromo será cómo se os ocurrió la idea de hacer el salto o cómo os dejasteis convencer para emprender una aventura de semejante envergadura.
A medida que los nervios se vayan apoderando de vosotros os explicarán la actividad y las normas de funcionamiento y seguridad. Es probable que nunca hayáis estado tan atentos en vuestra vida.
La subida en avión hasta el punto del salto suele durar entre 15 y 20 minutos. Durante este tiempo a mucha gente se le olvidan los nervios. Se disfruta del blanco de las nubes, de la inmensidad del horizonte y del increíble paisaje de la zona.
El hecho de estar ya unidos al monitor con un arnés también da seguridad. La calma antes de la tempestad. Un lapso de tiempo para aprovechar que las pulsaciones baja un poco e intentar dejarse llevar para lo que viene a continuación.
Una vez hayáis llegado a la altura idónea para saltar, entre 3000 y 4000 metros, será el momento de la verdad. Estaréis preparados. El corazón se acelera, las piernas flaquean y los nervios y la adrenalina se funden hasta que seáis un terremoto con piernas. Y en ese momento saltáis. La sensación es la de no saber exactamente que se está haciendo y que todo pasa muy deprisa. Unos 30 segundos de caída libre y luego se abre el paracaídas para bajar hasta tierra. Ya de vuelta todavía dura la resaca de emociones. Quizás queráis repetirlo o quizás no, pero estaréis convencidos de haber vivido una experiencia única que ha valido mucho la pena.
Ahora que ya os podéis hacer una idea sobre qué se siente al saltar en paracaídas, ¿os apuntáis?
